Pese a que se tratan de expresiones artísticas distintas, el grafiti y el muralismo forman parte de lo que hace un par de décadas se llama arte urbano, como también lo son las intervenciones públicas y otras prácticas artísticas contemporáneas.
Una parte de la sociedad los considera a veces como vandalismo pero, recientemente en Londres, el alcalde ordenó proteger del vandalismo a un mural de Banksy, el más famoso grafitero del mundo. Toda una paradoja, seguramente, porque al anónimo artista se lo atacó por sus acciones.
En esta ciudad así como en Yerba Buena este arte urbano se ha impuesto pandemia mediante. De repente, a los que antes se perseguía por “ensuciar” paredes ahora se los convocaba para su decoración, en las calles y en las cervecerías, restaurantes u otros locales cerrados que aún hoy están en el centro de los espectáculos.
Pero este paisaje se está modificando por estos días: un arte distinto se está instalando.
De los motivos botánicos (tan comunes en Barrio Norte), los rostros de figuras diversas y las de un simpático gato, el muralismo histórico ha cambiado la fisonomía de una garita céntrica con un “Homenaje a los trabajadores ferroviarios”.
Gabriel Bazán, docente y artista visual, cuenta que se siente representado por esa corriente, un movimiento artístico que persigue objetivos específicos similares a las necesidades estéticas y discursivas que sintió en aquel momento cuando comenzó.
En la garita de Bernabé Aráoz y Crisóstomo Álvarez las imágenes de un señalero, un maquinista y obreros cargando un vagón van sumando sentido a ese pequeño espacio, que es también un refugio de gente en situación de calle.
Cuando uno se acerca puede advertir que existe una narración, que es, precisamente, un dato sustancial en este muralismo. Algo se está contando.
Con su pareja, Silvina Santillán, muralista y docente de artes, son descendientes también de familias ferroviarias: su abuelo se jubiló como jefe de talleres mecánicos, especialmente en coche motor, y Santillán es nieta del jefe de la estación de Calilegua, Jujuy.
Poder
“El arte tiene poder, por eso siempre fue codiciada por los poderosos. Es por eso que considero que hacer arte público es una gran responsabilidad para el artista. Y si el arte es un bien, que sea un bien público también”, reflexiona.
El trabajo, que fue encargado por la Municipalidad, todavía no ha concluido, le queda una pared blanca, tres o cuatro semanas: “allí estarán presentes los talleres de reparación, haré dos obreros soldando”, le dice Bazán a LA GACETA, mientras comenta que en la zona se le acercan los vecinos, les convidan mate y cuentan sus propias historias con el tren.
El artista también realizó “La cosecha del limón” (ubicado en Barrio Juan XXIII) y “Conmemoración de los 40 años del retorno a la democracia”, en Las Piedras y avenida Sáenz Peña.
En parte de estas obras, el trabajo del mexicano Diego Rivera puede verse como presente. “La ciudad es como un lienzo que debe pintarse”, opina. “La diversidad estética y narrativa que hay en los muros me parece interesante” aporta el artista.
- ¿Por qué elegiste el muralismo?
- Dentro de toda la variedad de disciplinas artísticas, plásticas, que hay en el espacio urbano, el muralismo es lo que me llama con urgencia. A veces debo aclarar que no soy grafitero pero que no es por un prejuicio ni es un juicio de valor. Tengamos en cuenta que a esta altura del siglo XXI las fronteras entre las distintas disciplinas se fueron difuminando y podemos ver grafitis con contenidos distintos a los que tenía en su principio y técnicamente también. Y el muralismo no estuvo ajeno a estos cambios; se nota la influencia en las redes sociales de su estética, sus contenidos y también algo de la estética de los videojuegos y animé.
- ¿Observas diferencias entre uno y otro?
- Consideraría que la diferencia entre el grafiti y el muralismo son las intenciones con las que se pinta una representación en un amplio espacio público. El grafito es espontáneo, rebelde, improvisado, con contenidos de facciones: una manifestación visual de la cultura urbana. Mientras que el muralismo es planificado, poniendo mucha atención en la historia, la historia del público con el que dialoga. Reivindica las luchas del pueblo, y uno de sus principales objetivos es que el pueblo sienta orgullo por sus raíces y por su historia. Ese espacio público que antes le pertenecía a la monarquía y a la religión ahora viene a retratar orgullosamente a su pueblo. Ese es el movimiento al que yo pertenezco. Creo que es muy positivo que todas las manifestaciones artísticas y plásticas convivan con nosotros en el espacio urbano. Eso nos enriquece.
- Sé que te preocupa buscar o valorizar una identidad.
- Tucumán es un pueblo con mucha historia para contar. Desde lo precolombino, pasando por la colonia, las guerras de independencia y todas las luchas sociales y políticas que hubo en esta región y que pasaron por estas tierras; veo que es muy necesario que los dibujos y pinturas en las paredes venga a aportar ese grano de arena a mantener una memoria viva para que el pueblo no tenga que comenzar sus luchas todas las veces como si fuera la primera vez.
- ¿Cómo surgió el proyecto?
- Este mural se titula “Homenaje a los trabajadores ferroviarios” y fue encargado por la Secretaria de Cultura de la municipalidad. Es importante que el Estado se haga cargo del arte público. Cuando nos dieron la casilla para pintar estaba en blanco y nos dieron la libertad para representar lo que nosotros consideremos. Allí Silvina hizo una tarea de investigación para saber de qué se trataba ese edificio y así surgió la idea de homenajear a los trabajadores ferroviarios.
- Entiendo, entonces, que reivindicás al muralismo mexicano, con figuras pregnantes e identificables como en este caso, del ferroviario. ¿Dirías que el muralismo tiene una narración, un relato en su contenido?
- Pienso que cuando alguien interviene en una pared siempre hay un propósito. Aún cuando las paredes se pintaban de blanco, como ocurrió durante la última dictadura militar, eso también es un mensaje, quizás el silencio. Utilizo la figuración y no un lenguaje hermético porque busco llegar a la mayor cantidad de personas posible. Si el arte es público que el lenguaje también lo sea.
- Tenés una opinión sobre el arte que se hace en la provincia, o en especial sobre los murales de motivos botánicos u otros ornamentales.
- Tucumán es rico culturalmente, y fue cuna de grandes artistas. La diversidad estética y narrativa que hay en los muros de la ciudad me parece interesante, disfruto mucho también de aquellas disciplinas que no son muralistas. Personalmente opté por el movimiento muralista latinoamericano no solo por una necesidad propia sino también porque soy consciente de que hay una batalla cultural para imponer un discurso hegemónico, descarnado de asuntos sociales, al punto tal que intentan colocar la palabra “política” en la lista de las malas palabras, y el muralismo rompe con esa censura, y pone sobre la mesa pensamiento silenciados, personajes olvidados, y con su identidad latinoamericana que pone freno a un discurso y una estética globalizante. Es un espejo donde nos reconocemos y nos sentimos orgullosos de nosotros mismos.